Newcastle United y Sunderland F. C. son dos añejos rivales del Distrito Metropolitano de Tyne y Wear, al nordeste de Inglaterra. Desde sus fundaciones, ambas ciudades consideran a los dos representantes más importantes de su ciudad, como su clásico rival. Las urracas y los gatos negros, The Toons desde el norte del ex condado y The Mackems representante del sur, han llegado a Londres en fin de semanas consecutivos para dar los golpes más resonantes en la actualidad de la Premier League. La semana pasada los albinegros de Newcastle derrotaron al arsenal en el Emirates Stadium. Este mañana, el modesto Sunderland aprovechó el deambular por la cancha del esqueleto sin vida del puntero Chelsea y lo goleó en el mismísimo Stamford Bridge al oeste de Londres.
Existen varias formas de imponerse cuando uno debe visitar a un rival del que se sabe inferior técnica, individual y colectivamente. En estos casos, la apuesta exclusiva por las individualidades no es una opción. Sólo el compromiso colectivo y la claridad de los conceptos pueden equilibrar una balanza previamente desnivelada.
Ante esta escena, existen varias alternativas posibles. Dos de ellas son opuestas. Una, sacrificada y pasiva, consiste en atraer hacia la propia arena las condiciones en las que se disputará el juego. Reconocer las virtudes propias y emitir desde allí el canto de sirena que embruje los oídos del rival hacia un destino desesperado y borroso. La otra opción es tomar en las propias manos la responsabilidad del partido, aceptar ser parte activa del juego y enarbolar la suerte a partir de la posesión y el despliegue.
Ambos clásicos rivales eligieron alternativas diferentes para rememorar aquellas tardes anteriores a la Segunda Guerra Mundial, en que ambos equipos del norte veían los mejores momentos de su historia futbolística, y, de paso, sacudir un poco la insipiente lucha por la punta del torneo. Newcastle decidió atraer al gran Arsenal de Wegner hacia el único terreno en donde podría escamotearle un resultado en su favor. Convenció de entrar en la disputa física a un equipo diseñado bajo otros preceptos. Ante la potencia física de Coloccini, Jonás Gutierrez, Sol Campbell y Carroll, Arsenal cayó en el embudo defensivo que proponían sus dos líneas de cuatro bien pegadas al área del Newcastle y nunca intentó poner a prueba a los pesados centrales visitantes y buscar romper el cerrojo a través del toque en espacios reducidos. Ni siquiera los virtuosos Arshavin y Van Persie, ni el excelente Fábregas supieron entender el momento del partido y no evitaron el señuelo de los Toons.
De la región sur del ex condado, el Sunderland llegaba a Londres con una idea distinta para enfrentar al puntero Chelsea de Carlo Ancelotti. Asumió el compromiso de quitarle el protagonismo al Chelsea, presionando a partir de los tres cuartos de cancha rival. Nunca le cedió las espaldas de sus volantes ni expuso, así, a la pericia de sus centrales que sólo debieron preocuparse por algún centro forzado y la siempre amenazante presencia de Drogba. Los albirojos del norte apostaron por el despliegue de su ignoto capitán Cattermole y por un trabajo colectivo de posesión basada en el toque y la movilidad, que incluyeron grandes actuaciones de Zenden, Henderson y el gahanés Asamoah Gyan.
El Muro de Adriano fue construido en el siglo XIII y establecía el límite norte de la Provincia Romana de Britania. Unos de sus márgenes se apoyaba en la actual ciudad de Newcastle. Hace una semana, el United construyó una muralla más al sur, con bloques de Campbell, Colloccini y Carroll; atrajo una y otra vez sobre sus defensas a un ataque impotente siempre desactivado con la misma bienvenida. El Sunderland decidió invadir Fulham y hacer añicos la distancia en el presupuesto de ambos equipos y, de paso, poner en su lugar el especulativo esquema de Ancelotti.
Newcastle y Sunderland supieron llevar a sus rivales a los confines más desconocidos y menos favorables de su juego. Los Toons del norte de Tyne y Wear convencieron a su rival de beber dóciles y rabiosos la cicuta sin esquivar ni un sorbo. Los Mackems del sur del condado, tomaron por asalto y sorprendieron las estáticas líneas del Chelsea, sin renunciar jamás a la búsqueda del error y las grietas que aun los millones no pueden sellar.
El 16 de enero en el Stadium of Light de Sunderland, estos dos equipos del nordeste inglés, disputarán una nueva edición del Derby regional y un nuevo enfrentamiento entre dos formas distintas de concebir el éxito en el resultado.
