"En cualquier tarea se puede ganar o perder, lo importante es la nobleza de los recursos utilizados, lo importante es el tránsito. La dignidad con que recorrí el camino en la búsqueda del objetivo. Lo otro es cuento para vendernos una realidad que no es tal."
Marcelo Bielsa
El 24 de octubre de 1970 y ante los denodados esfuerzos del Presidente estadounidense Richard Nixon por impedir su victoria en las urnas, Salvador Allende era elegido Presidente de Chile e iniciaba un periodo de profundos cambios sociales y económicos representativos de toda una época. Chile, como casi toda la región de Sudamérica, atravesaba un gran momento de efervescencia política y social, expresados en grandes exponentes de la cultura popular como Pablo Neruda, Víctor Jara, Violeta Parra, los imprescindibles Quilapayún, Inti Illimani e Illapu, entre otros.
Allende impulsó un cambio sustancial en la realidad chilena y del continente: Estatización del cobre, Reforma Agraria, congelamiento del valor de las mercancías e, incluso, alcanzar el índice de desocupación más bajo en la historia del país, entre otros logros al calor de un momento histórico como no se repetiría hasta estos días.
El Golpe de Estado encabezado por el sanguinario asesino (y aun mayor cobarde) Augusto Pinochet Ugarte en colaboración con la CIA, puso fin a un horizonte de esperanzas e inclusiones sociales, para iniciar una de las más salvajes masacres de la historia, al tiempo que se creaban las condiciones económicas para la fundación de un país que ha aceptado la interacción de las actividades y negocios privados en la actividad política. Como en el resto de Latinoamérica, la dictadura significó un hecho fundamental para comprender el avance del capital y los intereses privados por sobre la propiedad y los derechos comunes. Este avance tanto más patente y tanto menos velado que en la mayoría de los países de Latinoamérica, le ha permitido ha Sebastián Piñera -un empresario varias veces acusado e investigado por fraudes (piñeragate, incluido), estafas y quiebras, propietario de aerolíneas, cadenas de supermercados y clubes de fútbol- acceder a la presidencia de Chile.
Desde la irrupción en el poder del dictador Pinochet, las líneas entre lo público y lo privado fueron corriéndose cada día más. En Chile la educación, la salud, el trasporte, el cobre, los puertos y (¡¿cómo no?!) el fútbol, son regenteados por empresas privadas. Los clubes de fútbol son Sociedades Anónimas sin un dueño claro, repartidas entre accionistas de diversa índole, transformando al fútbol en un negocio en el más literal de los sentidos. Ezequiel Fernández Moores señala que "La derecha chilena se adueñó de los más importantes clubes chilenos a través de los partidos Renovación Nacional y UDI (Unión Demócrata Independiente). Nombres de sus políticos o empresarios se vinculan con las SA de Colo Colo, Universidad de Chile, Universidad Católica, O´Higgins, Everton y Wanderers, algo así como el 90 % de los hinchas del país."
La derrota electoral de Hariold Mayne-Nicholls en las elecciones que lo candidateaban para una nueva presidencia de la Asociación Nacional de Fútbol Profesional (ANFP) chilena a manos del empresario español Jorge Segovia, tuvo estrecha vinculación con la figura del Presidente Piñera. Luego de las públicas manifestaciones de rechazo que hiciera Marcelo Bielsa tanto hacia el opositor Segovia como hacia el Presidente Piñera, se articuló un plan para reemplazar a Mayne-Nicholls como presidente de la ANFP e iniciar un proceso de profundización en la desregulación del fútbol chileno. Mayne-Nicholls había promovido una serie de medidas vinculadas al reparto equitativo de los derechos televisivos, la inversión en infraestructura y la formación de juveniles para desarrollar la malograda realidad de las canteras chilenas. El destronamiento del actual presidente supone el alejamiento de Bielsa, quien cometió la osadía de declarar públicamente su admiración hacia la Presidente socialista Michelle Bachelet, al tiempo que no ocultaba el fastidio y el desinterés ante el saludo del oportunista Piñera. Las declaraciones del rosarino incluían una sincera crítica al periodismo chileno representado en el pinochetista diario El Mercurio, como la que rescatara Roman Iuch en su libro La vida por el fútbol: "Para mí no da lo mismo lo que yo diga, porque sé lo que digo y para qué lo digo. Pero para usted probablemente será distinto. Puede que le dé lo mismo lo que yo diga porque le ordenan a que le dé lo mismo. Usted va a poner seguramente lo que le digan poner", espetaba Bielsa en tiempos en que los resultados no lo habían instalado aun en los índices de aceptación popular de los que hoy goza.
Mayne-Nicholls y Bielsa se había conocido a principios de los noventa en ocasión de una visita de Newell´s Old Boys a Universidad Católica por Copa Libertadores, en tiempos en que Mayne-Nicholls era dirigente del cuadro cruzado. La salida de Nelson Acosta como entrenador de "La Roja", promovió el impulso del viejo anhelo del hasta ahora Presidente de la ANFP de trabajar junto a aquel joven Bielsa que lo había cautivado más de quince años atrás. Desde la llegada de Bielsa a Pinto Durán, la selección chilena inició un cambio que incluyó la infraestructura del viejo predio en decadencia, la optimización de los recursos de un deporte desorganizado, el convencimiento futbolístico y conceptual de un momento del fútbol chileno en franca caída. Un cambio de paradigma necesario para encarar un proceso histórico. El contrato de Bielsa incluía una serie de conferencias a lo largo del país, como una forma de legado del rosarino al fútbol chileno y sus instructores de base, más allá de sus resultados en la selección mayor.
La historia de esta renuncia ofrece connotaciones económicas y políticas arraigadas a una sociedad en donde el sistema financiero rige y se impone a su gusto. Sin este fenómeno a escala nacional, el arribo de Segovia a la presidencia de la ANFP hubiese sido mucho más que complicado, ante un proceso tan trascendente como renovador e inédito en la historia del fútbol chileno. A partir de la llegada de Bielsa, el fútbol chileno ha tomado una notoriedad y un prestigio inédito reflejados en el aumento de los ingresos económicos. Las idas y vueltas en torno a este desenlace serán inevitables entre inhabilitaciones, apelaciones y contra apelaciones.
El miércoles 17 de noviembre, Marcelo Bielsa dirigió su último partido al frente de la Selección chilena en medio de una despedida popular y una marea de remeras negras que declaraban el luto por la partida de "Don Bielsa", como se lo llama en Chile.
Segovia calificó de "Golpe de Estado" a la inhabilitación que dictaminara el Consejo que investigaba la incompatibilidad entre las inversiones deportivas del empresario español y la función para la cual había sido elegido. Golpe de Estado: esa misma práctica que desde el 11 de septiembre de 1973 fue promoviendo las bases para que Segovia y tantos otros pudieran desembarcar prósperos y airosos en tierras chilenas.
